jueves, 6 de mayo de 2010

conejo


Conejo sabe ya que ésta no es la carretera que debía haber seguido,
pero teme detener el coche para dar la vuelta.
Ha dejado la última luz de una casa bastantes kilómetros atrás.


John Updike


Para papá

Conejo


Hoy se ha despertado con nauseas, con frío y sopor al mismo tiempo, se ha despertado e inmediatamente ha encendido la computadora y ha visto fotos en las que aparecen muchos desconocidos, ha seguido el rastro de un solo rostro que un día conoció, los otros no le dicen nada, y ese tampoco; sin embargo las fotos han sido inquietantes, han sofocado su atmósfera como en el pasado, cuando cualquier cosa le recordaba ese rostro, cuando aún sentía el cuerpo herido.

Su madre se ha marchado, nunca la extrañará, quizá un poco cuando muera, pero no es indispensable, aunque le calentaba los pies cuando hacía mucho frío. Por eso la computadora ha sustituido tan amablemente esa figura entrañable, por eso casi no ha notado la diferencia.

Las manos las ha sentido raras últimamente, si a eso le agregamos el dolor lumbar que no ha cesado, su cuerpo se encuentra enfrascado en molestias matutinas, también se aprende a vivir con dolores, sobretodo de espalda, ahí se lleva todo. Esto de las manos puede ser por hojear tantos libros que no lee, el hastío le ha invadido su único entretenimiento: leer; a veces se siente como un conejo que no permanece en un mismo lugar más de cinco minutos, todo se puede trastocar tan fácil, todo se derrumba aunque no se toque.

La idea de huir es latente, como los conejos, piensa, no los han visto, ni siquiera pueden dormir echados cuando hay alguien cerca, la sola idea de un intruso observándolos les atemoriza, les inquieta, duermen, si es que logran hacerlo, con un ojo abierto, siempre dispuestos a cambiar de sitio.

No ha recibido llamadas reconfortantes, tampoco le gusta hablarle a nadie, los saludos por teléfono le aburren, y mientras piensa en eso, la interrumpe la voz de su madre, qué, no se había ido ya, o sólo su deseo ferviente hizo que soñara todo.

Debe pensar en lo vital, y ni siquiera puede fabricar un pensamiento útil, no logra que su frente brille, sus pensamientos se perdieron cuando vio a su madre irse, se fueron con ella seguramente, los dejó ir cuando abrió la puerta. Idioteces, eso dejó.

Está pensando en pararse ya de esa silla, sabe que debe hacerlo, pero no se atreve, a veces le da miedo mover un dedo, otras veces se cambia el color del cabello tres veces al día, se lo corta ella misma y después lo pega con algo desagradable, cuando no sirve lo tira y al poco rato lo junta y lo guarda en una caja para cabello abandonado, nunca se deshace de él.

Ya es hora, el autobús ha pasado por su calle más de cinco veces, parece que se le agotarán los autobuses por este día, su decisión está averiada hoy.
Es mejor terminar los días en la cama, aunque no sea de noche, cuando duermes el día muere, relampaguea y se apaga, es mejor terminar el día de hoy así, aunque sean las nueve de la mañana, este día está ya muriéndose de viejo, piensa. No debe detenerse, y su frente brilla

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