y yo me he quedado reducido a observar pájaros ...
Bukowski
Mientras intento buscarle un jodido título a este escrito absurdo, y no consigo encontrar alguno que le quede, y opto por dejar cualquier ridículo juego de palabras que se me ocurrieron en este momento, pasa por mi mente la ciudad de Buenos Aires que no conozco, con muchas luces, pero no brillantes como las de New York, ni las de la cagada París, estas con luces opacas, como me gustan a mí, luces apagadas, frías, solas. Y no sé por qué viene Novecento a joderme la memoria, con sus pasos silenciosos y vertiginosos, con su célebre frase, y las ganas inmensas de decir lo mismo siempre, pero claro a nadie le queda tan bien esa frase como a él, nadie suena igual.
Se reduce uno a tan poco, tan pocos trazos nos conforman, una frase vieja, una línea, una imagen hueca, un pasatiempo ajeno, una idea fija, una nota, un sonido extraviado, una combinación idiota de autores y personajes. La música ha cesado, la frase, el sonido, la imagen, el ideal, la infancia, la cara tonta, la mirada de ciervo muerto, las luces de Buenos Aires, los viejos locos muertos de hambre, los pianistas fenómenos, todo, la lucidez nunca fue tan perjudicial, no puedo fluir y esto se ha reducido a nada.
y tantos lugares compartidos, concientes o no, pero siempre compartidos. Luego no sabemos si es Baires o Madrid, y no es que no lo sepamos porque no lo conocemos, sino porque no queremos saberlo.
ResponderEliminarDónde te metes lorena? dame señales aunque sea con luces opacas.